Toda esta semana y parte de la anterior he ido notando en mi cuerpo y en mi cabeza lo larga que esta siendo esta temporada y lo mucho que me empieza a hacer falta un descanso, ayer Domingo no me levante muy temprano eran las 9 y decidí pero con muy pocas ganas ir al Puigmal, subí hasta el Coll de les Barraques donde deje el coche y empecé a subir.
Al principio corrí, hasta que el camino ya se empieza a poner bastante inclinado como para que un humilde mortal con dos piernas motrices pueda correr, seguí subiendo carena arriba, al ser Domingo iba adelantando algún grupo de gente, pero me iba dando cuenta que no estaba cómodo y que no era mi día, efectivamente al llegar a mi primer punto de paso ya llevo 5 minutos de retraso, y ahora a mis piernas pesadas sumo el coco machacandome cruelmente...sigo subiendo y paso otro pequeño grupo de gente: -Buenas, que tal?.... -Buenas!!. Sigo subiendo y en mi segundo punto de paso ya pierdo 10 minutos de mi mejor marca y además una intensa niebla rodea la cima del gigante del Ripollès. Me digo a mi mismo -en este tramo mas llano aprieto y recorto algo de tiempo, y al momento mi cabeza me responde -y si damos la vuelta??? yo mismo me vuelvo a responder -Vaya mariquita, sigue!!!!, al final llego al collado justo bajo la pirámide cimera y decido sentarme, comerme una mandarina tranquilamente y abandonar el entreno, mientras sigo sentado observo a la poca gente que aun queda por allí y que van saliendo de entre la niebla, hoy no ha sido un gran día, pero de golpe todo cambia y como no, la gente de montaña aún sigue teniendo eso que ya sabemos todos y al pasar por mi lado un chico iniciamos una conversación como las que hacia años que no iniciaba con un desconocido, se llama Joan y es de Guissona, y en unos cinco minutos que estuvimos hablando nos explicamos mil batallas y mil rutas por todo el Pirineo catalán, y me sirvió para recordar que en la montaña aún hay gente que va a disfrutar y que no hace falta salir corriendo para pasarlo bien.
Tras un rato en mi piedra filosofal, comencé a bajar y volví a adelantar a todos los grupos que había pasado subiendo ya que la niebla les hizo dar la vuelta, y ya que hoy el día había sido así me paré a hablar con todos, y alguno me dijo que admiraba a los que eramos capaces de correr por esas montañas, a lo que yo contesté que todo el mundo es digno de ser admirado y que por subir mas rápido no disfrutaba mas que ellos de esas montañas.
La conclusión de este entrenamiento ha sido que la montaña hay que vivirla y disfrutarla como a cada uno le apetezca y que algún día va bien olvidarse de relojes y altímetros.